12 14 sidad de definir una tercera etapa de nuestra arquitectura. La arquitectura de Acosta nace de una apelación a la ciencia, al arte como una forma del conocimiento, a la búsqueda de claridad en el planteo de las cuestiones, como instancia previa a la claridad en las soluciones; en fin, a la cuidadosa definición de condiciones objetivas y genéricas de diseño. El clima y lo geográfico como marco de referencia y los tipos y el estándar como sistematización de los productos conceptuales de la investigación forman una unidad con la propuesta de igualdad de tinte socialista, con la respuesta a necesidades colectivas y populares. Por supuesto, toda su obra es expuesta como una unidad continua desde la célula de vivienda y sus detalles interiores hasta propuestas de ciudad en su otro extremo. Toda la obra recorrida por un hilo conductor firme que hace de cada una un escalón de un conocimiento mayor del que forma parte. Ese orden interno de su búsqueda, idéntico por otra parte al de las obras completas de Corbu, indica claramente que la innovación era para ellos el resultado de pacientes búsquedas ordenadas y claras y no de explosiones geniales o hallazgos intuitivos. Lo cual no impidió para nada, sino todo lo contrario, que dieran pruebas de su genio y de sus intuiciones profundas contenidas en ese marco racional, en ese andamiaje inteligente de su obra completa. Como una piel dura racional que encierra un núcleo dulce y poético, así lo veo a Acosta. Su vida de exiliado, de nómade que produce fantasmales estadas en Venezuela o en Pensilvania, como buscando comprensión en algún lugar, lo asimila al carácter nómade del campo nuestro, a su ritmo poético presente en Yupanqui y sus cantos; una forma que controla al contenido, que muestra sólo una puntita del interior, nunca se permite un desborde barroco, siempre es una cáscara severa. El ácido acento del exiliado frente a los señores académicos, su expresión ceñida y económica, su repudio a las formas solemnes y ceremoniales explica los interiores de las casas de Wladimiro Acosta despojados y esenciales. De su mismo tipo -y sería interesante profundizar este puntoson dos personajes, uno real y otro de ficción; el primero: el exiliado polaco Gombrowicz perdido en los cafés de Buenos Aires en los años 40; y otro, un personaje de Respiración artificial de Ricardo Piglia, un polaco que se deslizó desde las clases de Wittgenstein hasta oscuros WLADIMIRO ACOSTA,
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16 18 presentarse como vanguardista o heraldos de lo totalmente nuevo, los portadores adelantados de la nueva moda, etcétera; los "despuesistas" como los llamó Borges en un artículo de Martín Fierro, que desconfía de los que piensan, que "lo del jueves es superior a lo del miércoles". La abierta desconfianza de Prebisch por las alharacas futuristas de Marinetti en su visita a Buenos Aires es parte de la idea de absorción controlada y realista de todo lo nuevo. Aquí el moderno toma ese tono en que lo permanente y lo nuevo raciofuncional son sintetizados más lentamente, con menos alarde de ruptura novedosa. De igual manera se mantiene aún hasta hoy en nuestra obra esa preeminencia de una arquitectura más de partido que de gestos formales, como observó Tony Díaz en una charla en la SCA en De la insistencia en desnudar, en descubrir la forma hasta llegar en algún caso a la flagelación purista, sin concesiones, no es raro que se llegue a la búsqueda de elementos de control exteriores a cada individuo, como lo científico en sus variadas parcialidades, o el clima por ejemplo. El clima es un control objetivo, igualador de todos los individuos que lleva al tema limpio del hombre libre en la naturaleza. Formidable modo de pasar por encima de todas las decadentes convenciones sociales que ahogan el desarrollo de la arquitectura. Formidable manera también de negar todos los principios que fundan el poder de la arquitectura como institución académica defendida y parapetada en teorías estéticas que protegen su permanencia. El clima no es utilizado por Acosta como un "condicionante", simplemente preocupado por evitar el disconfort; más profundamente, es una herramienta de desmitificación, de igualación de todos los hombres, de protesta contra la arquitectura de las clases dominantes y opresoras. Cambia la discusión sobre estética de terreno, cambia las preguntas, el elenco de problemas a tratar, refunda las jerarquías en el discurso proyectual. Su objetivo iba mucho más allá de poner los dormitorios al noreste. No es casual que vivienda y ciudad sean vistas como unidad sin discontinuidad alguna, a la manera de Corbu entre otros, independientemente de que resulten sólo esbozos muchas veces perfectibles (o aún hoy insuficientes) sus planteos urbanísticos y más válidos y ajustados sus proyectos arquitectónicos. Partiendo de consideraciones climáticas y funcionales llegará WLADIMIRO ACOSTA,
17 Acosta a plantear una crítica tipológica de la vivienda porteña y a individualizar elementos que aún hoy son inseparables de la casa anónima popular de barrio, con tácitas observaciones de los límites de las casa chorizo como tipología insatisfactoria. Observa que Buenos Aires no tiene un clima templado como resultaría de considerar los promedios de temperatura sino un clima caracterizado por los bruscos cambios del mucho frío al mucho calor, siempre con enorme humedad. De ahí la adaptación de influencias extranjeras venidas una del frío y otra del calor a una vivienda que no recibe un fuerte carácter del clima sino de lo cambiante de requerimientos opuestos produciendo por ello, imágenes de menos inmediata comprensión. Una ciudad con un 60 por ciento de heliofanía, mucho cielo despejado, inviernos húmedos en los que el frío se hace imposible en las folklóricas y mal asoleadas y ventiladas casas chorizo. Una fluida ventilación es la única defensa contra el calor con humedad, y lo mismo que el asoleamiento, son objeto de especial control en los diseños de Acosta. Desde los años en que Banham publicó The Architecture of the well tempered environment, y supimos cómo Wright ventilaba sus casas cuidadosa e inventivamente, estas elucubraciones han caído en total desuso y fueron borradas de las revistas y de la enseñanza de la arquitectura y uno siente un poco de incomodidad al remover esas cosas olvidadas y cubiertas por el polvo. Pero el frío/calor y la necesidad de vivir de la gente son más perdurables que las modas internacionales y tendremos que seguir teniéndolos en cuenta (debería revisarse el apresurado ocaso de Banham). Ese camino, aparentemente anclado u originado en una lúcida y objetiva consideración del clima y las funciones esenciales atrapadas por conceptos de tipo o estándar (lo científico), pasa por dos instancias: a) el del diseño de la célula tipo, la vivienda familiar y b) su organización, su tramado en sistemas hasta llegar a la ciudad. Lo distributivo, lo constructivo, pertenecen, son "hablados" por un lenguaje formal que los resume en una unidad que es cada obra, cargada por el otro extremo de mensajes de la memoria personal del arquitecto, de su arsenal poético. Parece importante reconocer que, tanto en la producción de Acosta como en la generalidad del Movimiento Moderno y los CIAM hay una fuerte disparidad entre la alta calidad y ajus- 19 LO MODERNO Y LO NACIONAL EN NUESTRA ARQUITECTURA: WLADIMIRO ACOSTA
19 Fachada En los diseños de casas, de los que admiramos aquí su proyecto no construido para Villa Urquiza, se alcanzan los puntos altos de su producción. Resultados de una larga, paciente y ordenada consideración científica del clima en relación con la vida cotidiana, no del clima como abstracta lista de números, llega a producir dos cosas: a) una obra individual de primera calidad que excede en mucho su carácter de "máquina confortable" y b) por detrás del "modelo" una propuesta tipológica riquísima en desarrollos posibles y reflexión profunda sobre lo típico de la vivienda urbana de Buenos Aires y sobre lo característico de la vida barrial, asunto aún por desarrollar específicamente en otros trabajos que complementarán al presente. El mayor valor como "obra individual" coincide con la mayor riqueza como expresión de una tipología que la incluye. Otras propuestas y obras, como el barrio Los Andes de Bereterbide y, por ejemplo, la Avenida Gral. Paz del equipo del ingeniero Palazzo, Ernesto Vautier y otros, participan de esa luminosa coexistencia entre el valor particular y el valor "ejemplar" (o generalizable). Ese tema de la dialéctica entre lo particular y lo general necesita ser esclarecido por la crítica arquitectónica que ha tendido a disociarlos y verlos como polos excluyentes de arquitecturas erradamente calificadas como "sociales" o como sus opuestas "elitistas", poniendo de un lado lo aburrido justo y del otro lo formalmente atractivo y perverso. Quizá la necesidad de enseñanza canónica y su tensión con la necesidad de expresión autobiográfica, de que habla, estén contenidas en obras como esta casa de Acosta. La fuerza pedagógica de esta obra no puede compararse con la fría exposición de cánones tipo Neufert. Precisamente la neufertización del diseño, el peligro que acechaba a propuestas como las de Acosta y que de hecho produjeron algunos de sus seguidores empobreciendo injustamente su herencia. La neufertización implica la esclerosis de un sistema científico, encasillado e inerte, transmitido no como conocimiento sino como orden por cumplir "desde afuera". El proyectista maneja "desde afuera" sin comprometerse, un aparato científico que produzca el diseño acertado. Desgraciadamente se ha confundido la verdadera práctica del Racionalismo con esa degradación cómoda. Para aclarar este asunto deberíamos, en otro momento, tomar el tema de la manualística, del estudio de normas y códigos, porque el modo de exposición del 21 LO MODERNO Y LO NACIONAL EN NUESTRA ARQUITECTURA: WLADIMIRO ACOSTA
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